Cuando estábamos preparando nuestro viaje a Holanda en septiembre de 2013 y descubrimos que en su costa norte tendríamos la posibilidad de avistar focas fue un aliciente más para visitar el país. Pero cuando además nos enteramos de que había un centro que recogía aquellas focas que encontraban heridas, enfermas o huérfanas ya solo nos faltó tirar cohetes.
El Centro de Rehabilitación e Investigación de Focas Lenie ‘t Hart de Pieterburen se fundó en 1971 y lo que en un principio era un centro que recogía a los animales huérfanos o heridos ha acabado convirtiéndose en un centro de referencia en cuanto a la conservación, la investigación y la divulgación de estos mamíferos. Cuentan con laboratorios, farmacia, centro de visitantes…
Las focas heridas, enfermas, enredadas en redes de pesca y las crías huérfanas llegan al centro en una ambulancia.
Una vez son reconocidas y diagnosticadas pasan a las salas de cuidados intensivos, donde son atendidas por los veterinarios y alimentadas hasta que se recuperan y ya pueden pasar a las piscinas comunitarias exteriores. En la foto de debajo dos veterinarias alimentan a una foca con una especia de papilla de pescado. Cuando se van recuperando les dan peces enteros.
La entrada al centro de visitantes cuesta 8 euros, los niños menores de 3 años entran gratis y está abierto hasta las 17.00h. Nosotros llegamos por la mañana (para los holandeses ya era la hora de comer) pasamos en el centro varias horas. No es que sea demasiado grande, pero tiene zona de juegos con arena de playa y Éire estaba encantada.
Las focas son alimentadas varias veces al día, así que no es difícil poder observar cómo los cuidadores, muchos de ellos voluntarios, llevan a cabo su trabajo. En el exterior, además de las piscinas en las que se encuentran las focas pudimos ver una montaña enorme hecha con las redes que se encuentran en el mar y los bancos de arena y que son las responsables de la muerte de muchos animales marinos.
La zancadilla de ese día corrió de cuenta de una avería que sufrió la furgo y nos dejó tirados en el aparcamiento del centro de visitantes. La aseguradora nos mareó un poco con que si nos llevaba a un hotel o a un camping hasta que abrieran los talleres al día siguiente. Aquí nos véis con las maletas hechas para meternos en un hotel.
Al final nos mandaron una grúa tamaño camión para recorrer apenas 100 metros. Todo un poco incomprensible, porque la furgo sí podía moverse esa distancia. Nos llevaron al camping Boet´n toen, puede que el peor de todos en los que hemos estado en Holanda. Al día siguiente pasaron a recogernos y nos llevaron a un taller. Con una eficacia casi de ciencia ficción nos arreglaron la furgo en menos de 15 minutos y a las 10.00h ya estábamos de nuevo en marcha decidiendo la siguiente visita.
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