¿Cuándo fue la primera vez que fuiste de camping? Yo tenía solamente 15 días de vida cuando mis padres me llevaron por primera vez. Pero después vinieron muchas más. Hace unos días pude conocer el proyecto de Campings de Tarragona y me he sentido muy identificada sobre todo por las posibilidades que da de descubrir zonas tan espectaculares como Costa Daurada y Terres de l´Ebre. Si nos sigues desde hace tiempo ya sabrás que cuando nos alojamos en un camping, lo hacemos buscando las máximas comodidades y servicios acordes a nuestra manera de viajar. En este artículo te voy a contar mis 5 razones para ir de camping en familia.
1. Contacto con la naturaleza
Mi primer recuerdo en un camping es de cuando tenía 7 años. Mi hermana tenía un mes (ya ves que a mi familia le gusta esto de llevarse recién nacidos por el mundo) y nos juntamos con mis tíos y mis primos. Recuerdo estar descalza todo el día y que todos los niños nos pasamos muchas horas estudiando un hormiguero que había cerca de nuestra tienda de campaña.
El camping no tenía televisión, pero todas las tardes los niños nos íbamos a un bar lejano (para la memoria de un niño) a ver El coche fantástico mientras nos comíamos un helado. Al bar se llegaba cruzando unos campos, así que a la vuelta nos entreteníamos bajando al río, tirando piedras y saltando en las pozas. Queríamos ver la tele, sí, pero pasábamos más tiempo en la naturaleza que lo que duraba el capítulo de marras. ¡Qué tiempos!
Viajar en furgoneta nos lleva a vivir mil aventuras en plena naturaleza. Perdernos por lo caminos, adentrarnos en bosques, explorar lugares desconocidos… Y por suerte cada vez más campings ofrecen espacios naturales cuidados y de calidad: pinares para explorar en las noches de verano linterna en mano y playas de aguas cristalinas para practicar snorkel.
2. Libertad y seguridad
Y esto es lo que me regala un camping. Saber que mis hijas pueden ir de aquí para allá de día y de noche con total libertad pero al mismo tiempo con total seguridad. Eso además, les hace sentirse mayores. Les da una autonomía que a veces en el día a día no pueden demostrar.
Ir a la tienda del camping a comprar el pan ellas solas, recorrer el camping de punta a punta para a buscar a sus amiguitos por las distintas tiendas de campaña, furgos o bungalows, o sentarse en la cafetería ellas solitas a tomarse un helado después de comer.
3. Actividades para toda la familia
Sobre todo para los más pequeños. Siempre, siempre cuando me reservo unos días en un camping lo hago en uno que tenga actividades para las niñas: parque infantil, piscinas pequeñitas, miniclub, animadores… Eso es bueno para todos.
Nosotros estamos tranquilos porque sabemos que están pasándoselo fenomenal, aprendiendo cosas nuevas y jugando con otros niños. Nunca se me va a olvidar la cara de Éire en nuestra última visita a un camping, cuando nos decía adios con la mano y salía corriendo junto a otros niños para participar en una yincana. No tiene precio.
Además, se pueden realizar un montón de actividades en familia como recorridos en bicicleta, paseos a caballo o escalada y todo ello, en la mayoría de los casos, organizado desde el propio camping. No se puede pedir más.
4. Hacer pandilla
Las pandillas de verano. Los amigos que haces en el camping los llevas siempre en el corazón porque durante unos días, convives con ellos casi las 24 horas. El vínculo que se crea en estas amistades es muy especial.
Otro de mis recuerdos de infancia y que ahora ya empiezan a tener mis hijas es el de estar cenando en nuestra parcela y con la cabeza puesta en que cuando termines el último bocado puedes echar a correr a buscar a tu pandilla. Habéis quedado para jugar en el parque, o para sentaros a hacer mil planes para el día siguiente y es de noche. ¡De noche! Y te han dicho que puedes volver a las 22.30 horas (sabiendo que luego te ampliarán una horita más).
5. Como en un hotel, pero mejor
Ya no podemos relacionar el turismo de camping con lugares poco agradables o con servicios muy justos. El spa ya no es exclusivo de los hoteles. Qué mejor manera de relajarse después de un día de turismo que disfrutando de una piscina calentita o una sesión de sauna.
Las cenas en el restaurante del camping son para mí otro de los grandes momentos de la estancia. Cenas relajadas, con comida rica, sin preocuparte de tener que cocinar o fregar y de nuevo, sabiendo que en la sobremesa tus hijos se podrán ir a jugar con total tranquilidad. Incluso en algunos camping, en la sobremesa tienen mini disco para que alargues la noche mientras los niños bailan como descosidos y gastan la poca batería que les queda. 😉
Y si no te convence lo de la tienda de campaña o no tienes una furgoneta camper o una autocaravana, estás de suerte. Puedes aprovechar para dormir en una cabañita de madera o incluso probar el famoso glamping que te regala una experiencia de acampada pero con todos los lujos que te puedas imaginar.
Con este artículo espero haber hecho que te pique un poco el gusanillo de alojarte en un camping y disfrutar de unos días en familia rodeado de naturaleza y disfrutando de las cosas sencillas. Entra en www.campingstarragona.com para encontrar tu camping ideal entre más de 50 opciones y no dudes en contarnos tu experiencia si visitas alguno de estos camping en familia.
Artículo en colaboración con Campings de Tarragona. Gracias por confiar en nosotros.
Ostras, pues yo no recuerdo cuánto tendría pero también fue bien pronto. Mis padres eran campistas y recuerdo toda mi infancia en una caravana 😉
La verdad que encontrar gente que comparte su experiencia en el camping es genial. Este pasado verano estuvimos por primera verz en un Camping de Cabo de Gata (Almería) y nos lo pasamos genial. Nos vamos a mirar el de Tarragona a ver que tal. Gracias.