¿Cuántas veces has querido entrar en algún museo y al final no lo has hecho por temor a que los niños se aburran? Pues que sea la última vez. Hoy te traigo una pequeña guía en la que te cuento cómo visitar un museo con niños. Porque los museos, por supuesto, también son para los niños.
Nunca he dejado de visitar un museo por el hecho de ir con mis hijas. Es más, me atrevo a decir que desde que tengo hijas voy aún más, para que puedan descubrir el Arte, la Ciencia o la Historia y disfrutar como lo hago yo. De su mano he entrado en el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Louvre, el museo D´Orsay, el museo Van Gogh de Amsterdam, el de Ana Frank, el de la Resistencia o el museo del Alzamiento de Varsovia entre muchos otros.
Si visitas un museo con tus hijos los verás con ojos de niño y te aseguro que será una experiencia maravillosa. Te pararás ante cosas en las que no te habrías fijado si hubieses ido solo, y si les das a los niños la libertad que necesitan para pararse en lo que les llame la atención, te contarán qué les inspira lo que ven, cómo lo entienden y lo interpretan. Cuanto antes empieces a visitar exposiciones y museos con tus hijos, antes aprenderán a disfrutar y a valorar la cultura y el patrimonio de nuestro planeta.
La temática
Nadie mejor que tú conoce a tu hijo, así que tú eres quien sabe qué le llama la atención, qué le gusta, qué intereses tiene. Si le fascinan los aviones disfrutará muchísimo en un museo de la aviación y si le gustan los trenes será feliz en un museo del ferrocarril. No siempre es posible encontrar un museo temático de algo que a tu hijo le guste, pero puedes adaptarte a lo que hay. Por ejemplo, a Olimpia le encantan los caballos, así que cuando tenía 18 meses, en el Museo del Prado nos dedicamos a recorrer las salas buscando caballos de todos los colores. ¡Hasta les pusimos nombres!
Pero por suerte, hay museos de mucho tipos, así que seguro que podrás encontrar algo que a tu hijo le fascine: museos al aire libre como el de Rodin en París o Stonehenge, museos interactivos como el Museo de las Ciencias de Valencia, museos en los que ver animales disecados y esqueletos reales como el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, el MUJA de Asturias o el Museo de Historia Natural de Londres e incluso museos en los que construyen castillos como se hacía en siglos anteriores. Con actividades como estas, visitar un museo con niños es una experiencia muy divertida.
Haz un poco de trabajo previo y posterior
Puedes preparar un pasaporte lúdico más o menos elaborado, pero en el fondo la idea es sencilla. Si por ejemplo vas a un museo de bellas artes, pon imágenes de 4 o 5 cuadros; en casa cuéntale al peque quién pintó cada cuadro y qué representan. Una vez en el museo acércate a las salas en las que están esos cuadros y deja que sean los niños quienes se den cuenta de que ese cuadro ya lo conocen. Estarán entusiasmados al hacer ese descubrimiento. Aún recuerdo lo contenta que se puso Éire al encontrarse con el Guernica en el Museo Reina Sofía y cómo nos contó un montón de curiosidades que se sabía, pues lo habíamos trabajado en casa un par de semanas antes.
También puedes incluir en el pasaporte lúdico juegos como por ejemplo buscar objetos en el museo: busca 5 caballos, 3 gatos, 8 angeles… Así no solo se fijarán en las obras que ya habéis trabajado en casa sino en muchas otras.
Una vez en casa y si a tu peque le interesa, puedes seguir trabajando sobre lo que habéis visto. Puedes encontrar libros muy interesantes sobre arte para niños como «El ABC del Arte para Niños», «Historia del Arte. Relatos para niños», «Mi primer Larousse del Arte» o libros monográficos sobre distintos autores como Picasso, Van Gogh, Dalí, Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel.
Infórmate antes de la visita
Cada vez son más los museos que realizan actividades para los pequeños de la familia: visitas guiadas familiares, talleres, cuentacuentos… La visita será mucho más enriquecedora para todos. Antes de visitar un museo con niños, pásate por la web del museo, llámales o escríbeles un mail para saberlo con antelación, adaptar tu día y hora de visita a las actividades programadas y reservar plaza.
Infórmate también sobre si tienen algún material específico para los niños que os ayudará a hacer la experiencia mucho más divertida. En algunos museos entregan carpetas con mapas y pegatinas, juegos de búsqueda del tesoro e incluso los hay con audioguías infantiles como en los Baños Romanos de Bath.
Evita colas
El tiempo que puedes perder esperando una cola para comprar una entrada es un tiempo precioso que vale oro así que compra las entradas por internet. Y si esto no es posible organízate con otro adulto para que los peques no tengan que esperar la cola; si no, acabarán cansados antes incluso de entrar al museo.
Sin sueño y sin pis
Procura que la visita al museo sea a una hora en la que tu hijo o hija esté receptivo. Si tiene sueño o hambre no va a disfrutar la visita (y tú tampoco), así que planifica un poco. Y antes de empezar a descubrir, ¡todos a hacer pis!, que si no luego se nos corta el rollo.
Menos es más
No pretendas ver todo lo que hay en el museo, ve al ritmo de tu peque. Querrá pararse mucho rato en algunas obras o en algunos rincones y otros se los pasará por alto. Éire estuvo sentada casi 15 minutos frente al Guernica y practicamente ignoró el resto del museo Reina Sofía y en el campo de concentración de Auschwitz estuvo muy concentrada estudiando las letrinas. No te frustres si pasa por delante de Las Meninas y ni las mira.
Lleva tu propio kit del artista
En muchos museos te encontrarás personas que se sientan delante de las obras con un cuaderno y se ponen a dibujar. Y a los peques esto les llama mucho la atención, así que un buen recurso será que lleven sus propios lápices y cuadernos por si les apetece hacer lo mismo y plasmar sus propias visiones de las distintas obras de arte. Te sorprenderán.
Copia a la estatua
O al cuadro. Pídeles que se pongan delante del cuadro y que imiten a alguno de los personajes representados. Y si ya lo hace toda la familia junta os moriréis de la risa.
Déjale la cámara
Si en el museo que estás visitando se permite hacer fotos, propón a tu hijo que haga fotos de lo que ve. Al final de la visita revisa la galería de tu teléfono o de la cámara de fotos y podrás comprobar qué es lo que le ha llamado la atención y cómo se ve un museo desde la altura de un niño.
Duración de la visita
A la hora de visitar un museo con niños no me gusta decir tiempos por edades porque cada niño es un mundo. A lo mejor tu hijo de 5 años está muy interesado en el tema y cuando te das cuenta llevas 2 horas en el museo y sin embargo en otro momento a la media hora ya está cansado. No le presiones ni te agobies: el tiempo que estéis en el museo que sea para disfrutar. Cuando ya empieces a ver que se cansa o que se aburre, a otra cosa.
Si el museo tiene un jardín, os podéis sentar y descansar un rato para luego seguir la visita. O podéis ir a la cafetería, tomaros algo y retomar la experiencia. Otras veces, sin embargo, no hay vuelta atrás y es momento de salir definitivamente.
Escucha las necesidades de tu hijo: será la manera de que disfrute visitando un museo, que disfrute visitándolo contigo… y que no le dé pereza visitar otro museo en el futuro.
Hazle preguntas
Pídele que te cuente lo que ve y no le corrijas. Déjale que te de su propia interpretación de las obras; haz que se sienta escuchado y respetado en sus opiniones.
Éire estaba un poco descolocada en el Museo del Arte Moderno y Contemporáneo de Estrasburgo: no entendía lo que estaba viendo porque las obras no representaban la realidad. Su padre le dio una breve expliación sobre lo que es el arte abstracto. Durante un rato largo siguió paseando por las salas en silencio, pensativa y cuando llegó a un cuadro que le llamó la atención, se paró frente a él y dijo: «así que el chico no pintó algo que había visto, sino que pintó lo que le apetecía». Esa es la definición de arte abstracto de una niña de 4 años.
Portea
En los museos caminamos muchísimo y no nos solemos dar cuenta hasta que salimos y nos notamos las piernas agotadas. Y al visitar un museo con niños, no van a ser menos. Además, ellos caminan aún más que nosotros porque van hacia adelante y hacia atrás y luego hacia adelante otra vez según las cosas les llaman la atención. Yo siempre llevo una mochila de porteo y si una de mis hijas se cansa, pues me la cargo a la espalda. Desde ahí, podrá seguir disfrutando de la visita o echarse una siestecita.
Y si no tienes mochila de porteo hay museos en los que te la dejan. Nosotros lo vimos en los baño romanos de Bath y nos pareció una idea buenísima. A ver si cada vez más museos se suman a esta iniciativa.
Sé respetuoso con lo que ves
Recuerdo una visita en el Prado; una familia con dos niños de unos 4 y 6 años están delante de la Maja Desnuda de Goya. El niño pregunta que por qué va desnuda y su padre le contesta: «porque es una cochina». Esa no es la actitud. No todo lo que vemos nos tiene que gustar, pero las razones que demos tenemos que darlas desde el respeto. Puede que una obra te inspire tristeza por sus colores, o te inquiete por la postura de los personajes. Coméntalo con tu hijo y pregúntale qué siente ante lo que ve.
Explícale las normas
Aunque cada vez encontramos más museos en los que los niños pueden seguir siendo niños, aún hay muchísimos en los que se pide que los niños se comporten como adultos y eso es muy complicado. Aún así puedes explicarles las normas: no se puede gritar, correr o tocar lo que está expuesto.
Eso sí, prepárate para tener tener encima de ti los ojos de cada uno de los vigilantes. En algunos museos, como en el Reina Sofía, te piden que a los niños más pequeñitos les lleves cogidos de la mano, lo que a veces es un poco difícil.
La visita puede ser para todos
A veces eres tú quien tiene un interés especial en visitar un museo. Si ves que tu hijo se empieza a cansar o pierde el interés y vas con más adultos, os podéis turnar. Uno se puede ir a la cafetería o puede ir saliendo mientras tú exprimes al máximo un ratito a solas.
Y hay museos en los que hacen visitas solamente para niños como estas de la Tate Modern en Londres. A mi me parece una idea fantástica y estoy deseando que mis hijas puedan hacer alguna de ellas.
Si tienes dudas
A la hora de visitar un museo con niños, si tienes dudas sobre si tu hijo o hija vivirá la experiencia como algo divertido: practica. Seguro que en tu ciudad o cerca de ella hay algún museo, así que aprovecha los días o las horas en las que hay entrada gratuita para visitarlo. Si a los cinco minutos se cansa, pues te vas, y no te habrá dolido pagar la entrada. En un par de semanas podrás ir otra vez y así poco a poco se irá acostumbrando a caminar tranquilo, a hablar bajito y a disfrutar de la visita. Ya sabes, practica, practica, practica.
Y tú, ¿visitas museos con tus hijos?, ¿cuáles son tus trucos? Déjanos tus ideas sobre cómo visitar un museo con niños para que podamos ir sumando.
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*Artículo en colaboración con Musement; gracias por confiar en nosotros.
Hola me llamo Maria y me ha encantado tu articulo. Soy de un pueblo muy pequeño de Valencia donde hay una casa que pertenecía a la masonería donde hay unos murales chulisimo y otra sala donde se explica el vidrio artesanal.
Mi trabajo es realizar unos libretos donde se explique las diferentes salas, uno para adulto y otro para niños. Como he visto que tienes una amplia experiencia en visitas a museos con niños me gustaría que me recomendaras los que más te han gustado y el porque.
Muchas gracias
Hola María. Escríbenos a nuestro correo y desde ahí ya te contamos.
familiafurgoteta@gmail.com
En el museo arqueológico de bolzano (Itàlia) tienen una sala para que se relajen y jueguen los niños. Puedes estar ahí con ellos o, si lo necesitas, los puedes dejar con una educadora (a partir de los 4 años). Hay libros, varios tipos de juego libre, manualidades, tumbonas, bufs… A nosotros nos encantó y al peque aún más.
Es que con iniciativas así, claro que apetece visitar museos con los niños. Millones de gracias por esta aportación que nos dejas. Un abrazo.