Los juguetes se van de viaje a Polonia

El año pasado ya escribimos una entrada sobre qué juguetes nos íbamos a llevar a Holanda y sorprendentemente, este la cosa no varía demasiado. La caja, desde luego, sigue siendo la misma; los colores más apagados, un poquito rallada, pero es la que hay.

En la caja de los juguetes nos llevamos cuentos, muñequitos y lo que nunca puede faltar cuando sales con niños aunque sea a pasar un día: material para pintar y colorear.

Repite ruta el libro «Lo que más me gusta en el mundo» de Tulabooks; es un libro sencillo a ojos de los adultos, pero da muchísimo de sí. Sus personajes Maui, Paul, Mei Chi y los demás, te roban el corazón y Éire se siente identificada con cada uno de ellos; al fin y al cabo a todos los niños les gustan las mismas cosas: subir a los árboles, jugar en la arena, bañarse en el mar, mirar bichitos… Y sobre todo estar con papá y mamá.

En este viaje añadimos dos libros que han triunfado en nuestra casa: «Cocodrilo» de la colección «De la cuna a la luna», que descubrimos en la librería El Dragón Lector y que ha sido de gran ayuda para que Éire aprendiera los colores. Le hemos puesto música y raro es el día en que no cantamos la tonadilla con el «Verde, verde, verde el cocodrilo que muerde, que se sube en un baúl, azul, azul, azul; que se sube en un…»

Además, también nos llevamos «Duerme Negrito»; a partir de esa nana latinoamericana que le cantábamos a Éire cuando aún estaba en el útero de su madre, Paloma Valdivia ha creado unas ilustraciones preciosas con las que nos inventamos un montón de historias.

También nos llevamos a Bu, aunque es otro Bu. El del año pasado, la ovejita marrón de la que Éire no se separaba, se nos perdió en algún tramo de la calle de Goya en Madrid. Ahora Bu es un osito rosa que acompaña a nuestra hija a la hora de dormir.

Y ya para terminar, el indispensable de la caja. Un invento viajero muy recomendable: la piz´n´roll de Julie and Jane. Una pizarra portátil que te puedes llevar a cualquier sitio. Nosotros nos la compramos para ir a Vietnam y nos salvó de alguna que otra situación crítica de espera en aeropuertos y estaciones. Y gracias a ese invento Éire jugó con un montón de niños (y adultos) vietnamitas.

Un abrazo muy fuerte para todos.

Esperamos que estéis disfrutando de estos días de verano.

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