Duna de Pilat: jugando a escalar montañas

A estas alturas de la vida, ya todos sabemos que Las Landas es ese territorio francés recorrido por cientos de kilómetros de carril bici que une un camping con otro y que a los furgoneteros nos encanta visitar siempre que podemos.

Hemos estado varias veces en esta zona de Francia, pero hoy os vamos a contar nuestra primera experiencia. En el verano de 2009, todavía no teníamos a La Furgoteta, viajábamos con La Winifred, una multivan gris camperizada a nuestra manera.

Furgoneta Volkswagen Multivan camperizada de forma casera

Cocinábamos como podíamos.

Cocinando en una furgoneta camperizada de forma casera

Fregábamos de maneras poco convencionales.

Fregando en una furgoneta camperizada de forma casera

Y, desde luego, no teníamos portabicis.

Bicicletas guardadas dentro de una furgoneta cámper

Fue ese verano cuando descubrimos que en Francia no hay una guerra contra las autocaravanas y que, además de en campings y áreas de autocaravanas, se puede estacionar y pasar la noche en cualquier lugar, sin miedo a que te echen o multen. Las primeras noches, por rutina, buscábamos lugares alejados de las zonas más pobladas pero al llegar a la bahía de Arcachon la cosa se complicó; pueblecitos pegados unos a otros, campings por todas partes, aparcamientos de acceso a playas… Por eso nuestra primera noche cerca de la Duna de Pilat, la pasamos en un aparcamiento entre pinares, en el que parecía que nadie nos iba a molestar. No era un área de autocaravanas, pero había varias autocaravanas estacionadas.

Atardecer en un pinar de las Landas

Atardecer en las Landas

Y es verdad que nadie nos molestó: nadie llamó a la puerta de la furgoneta para echarnos ni tampoco nos dejaron una multa en el parabrisas por la mañana. Pero según avanzaba la noche, el tráfico de coches, en vez de disminuir, aumentaba. Llegaba un coche, aparcaba a nuestro lado, el conductor se bajaba, se volvía a subir, movía el coche unos cuantos metros y, ¡sorpresa!, llegaba otro vehículo, el conductor se bajaba y sin mediar palabra se metía en el primer coche. Vaya, ya hemos ido a parar al picadero del pueblo. Efectivamente, aquel bonito aparcamiento era el escenario perfecto para practicar el cruising. No nos fuimos; pasamos la noche en tan movido lugar y a la mañana siguiente decidimos que era el momento de visitar la duna más alta de Europa: la duna de Pilat.

La muralla de arena de la duna de Pilat

La muralla de arena de la duna de Pilat

Esta duna situada entre el Océano Atlántico y bosques de pinos, mide más de 100 metros de altura y 3 km de largo y cada año avanza unos 4 metros tierra adentro, para preocupación de los camping situados a sus pies.

La duna de Pilat, sepultando a un pinar

La duna de Pilat avanza cada año

Pinos secos junto a la duna de Pilat

Para subir hasta la cima hay dos opciones, buscar unas escaleras hechas con listones de madera o hacerlo «a pelo», hundiendo los pies en la arena y enfrentándose a los 30 grados de pendiente. Al llegar a la cima uno se olvida de lo que ha sufrido para conseguirlo.

Ascensión a la duna de pilat, en Francia

Fijaos en el detalle: María llevaba las chanclas en las manos…

Ascensión a la duna de pilat, en Francia

Un alto en el camino

La Duna de Pilat es un buen plan para pasar un día de playa; eso sí, hay que llevar agua, bocatas y demás avituallamiento, pues al otro lado no hay bares ni tiendas ni nada que se le parezca.

Leyendo un libro en la playa junto a la duna de Pilat, en Francia

Un merecido descanso tras la ascensión

Y para bajar, pues siempre podéis hacerlo con mucho cuidadito, surfear la arena o hacer como hizo Heber: echar a correr y que pase lo que tenga que pasar.

Un hombre baja corriendo la duna de Pilat, en Francia

Lo mejor, la vuelta

Subimos a la duna dos veces: una por la mañana, para disfrutar de la playa y otra al atardecer, para contemplar la puesta de sol. Aunque puede dar un poco de pereza tener que subir dos veces semejante mastodonte, realmente merece la pena sentarse en su cima al caer el sol.

Una mujer en lo alto de la duna de Pilat, Francia

Vale la pena estar ahí arriba

Atardecer desde la duna de Pilat, Francia

Agua y Sol desde lo alto de la duna

Que tengáis un buen día.

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