Acabo de desembarcar de esta atracción típica de la Navidad madrileña; el archiconocido Navibus que ahora se llama Naviluz. Ahí es nada. Frío, gente, lluvia y todo lo que se os pueda ocurrir. Tengo la experiencia tan cercana en el tiempo que lo que os cuente en este artículo me sale directamente del corazón, del hígado o vete tú a saber de qué víscera.
Me compré las entradas hace un par de semanas en la página de la EMT de Madrid. Es de agradecer que en un momento y desde casa te puedas coger los billetes para una hora concreta, evitando así enormes colas. Con llegar un cuarto de hora antes a la Plaza de Colón frente al número 30 de la calle Serrano, es suficiente.
Cuando uno se coge billetes para el Naviluz da por hecho que va a pasar más frío que en el polo, porque por supuesto, el mejor sitio para ver todas las luces es en el piso de arriba del autobús, que va a la intemperie. Así que abrigo, gorro, bufanda y guantes son indispensables para todos. Si además sois de los que no os importa cargar con algún trasto más, una manta, un poncho o cualquier trapito para taparos las piernas, os va a venir de lujo.
En nuestro caso, al frío madrileño de diciembre se sumó la lluvia. Y aunque sea asturiana, cuando una no cuenta con ella, pues como que le fastidia un poquito el plan. (Sobre todo si no llevas prendas de agua ni un triste paraguas). Por un momento pensé en irme para casa; dejarlo para otro día aunque perdiese el dinero, (eran 2€, tampoco mermaría mucho mi no fortuna). Pero luego me dije, que ya que estábamos allí, pues íbamos a aprovechar. Éire llevaba un buen abrigo con capucha y Olimpia iba en la mochila bien abrigada, así que tampoco podía ser para tanto.
Estamos en la fila, llega el autobús, la gente se empieza a poner nerviosa y ya hay algún que otro empujón. Todos adentro. Ya subir las escaleras es deporte de riesgo, sobre todo si vas con un bebé de 11 meses en una mochila y una niña de 4 años de la mano. Pero consigues llegar arriba.
Y la imagen es dantesca; nadie pierde un segundo en cogerse su asiento aunque por el camino arrasen con cualquier cosa o persona que se les ponga por delante. Después de esto ya no me hace falta hacerme un safari fotográfico para ver a los ñúes por el Serengueti; lo que ven mis ojos en el Naviluz es bastante similar: abuelas que embisten, madres que gritan a los niños que se sienten inmediatamente, padres que protestan porque en esa fila no podrán hacer fotos decentes. ¡Qué paciencia!
Y entonces se te cae el alma a los pies, a nadie se le ha ocurrido que los asientos están mojados, con charquitos incluso. Para secarlos cada uno usa lo que puede: la bufanda, un pañuelo de papel, hojas de periódicos. Yo eché mano de un pañal de Olimpia; si absorben los pises de la criatura, harán lo mismo con el agua. Como yo soy de las que prefiere llevar algún trasto más, puse una mantita en el asiento de Éire y para mí, utilicé la bolsa de tela que me acababan de dar en un evento de eBay; por cierto, no os perdáis la exposición que han montado en la calle Hermosilla 69: La máquina del tiempo de eBay, un recorrido por los últimos 100 años de la Navidad.
Y entonces, el Naviluz empieza a moverse. Y durante los primeros 10 minutos todo son «oes» y «aes» y suspiros melancólicos. Y entonces en Gran Vía el autobús empieza a coger velocidad y la cara se te llena de gotas de agua y se te congela la nariz. Los niños empiezan a gritar que tienen frío, los padres se levantan de sus asientos para hacer fotos y la gente les increpa para que se vuelvan a sentar porque les estropean la vista y sus propias fotos. Y se te cae el alma a los pies cuando oyes: «¡Haz foto a Primark!». No digo más.
El recorrido dura un poco más de media hora y pasa por la Puerta de Alcalá, la Cibeles, Gran Vía, Serrano, Velázquez, Ortega y Gasset. Se ven las luces de Navidad de estas calles y de sus edificios más emblemáticos y os deja de nuevo en la Plaza de Colón.
Así que, a modo de resumen, os digo que para sobrevivir a este viaje (que, a pesar de todo, os recomendamos) necesitáis un kit básico:
- Ropa de abrigo: gorro, bufanda, guantes y cazadora.
- Si váis con bebés os recomendamos una mochila, el carrito lo tendréis que dejar en la parte de abajo del autobús.
- Una manta, poncho o similar.
- Enseres para secar los asientos: no hace falta que seáis tan rústicos como yo y podéis dejar el pañal para ocasiones más trágicas. Papeles de periódico, pañuelos de papel (mínimo un paquete), papel de cocina, papel higiénico. Cualquier cosa que os parezca absorbente.
- Algo para proteger tu culo de la humedad del asiento, porque seco, seco no lo vas a dejar. Las bolsas de plático son lo mejor; llevad una por persona y culo.
- Bebidas calientes: estáis en el centro de Madrid y en muchas cafeterías os pondrán para llevar el chocolate o el café calentito para el viaje.
- Batería en la cámara o en el teléfono: yo me quedé sin batería en el teléfono y de ahí que no tenga fotos propias en condiciones. También es verdad que con la poca luz y el movimiento, las fotos no salen muy bien.
- Batería para tus hijos: después de un largo día recorriendo Madrid, viendo Reyes Magos, Papás Noeles, juguetes y demás, los niños llegan agotados al Naviluz y puede que os pase como a mí, que a los pocos minutos de empezar el recorrido las dos criaturas se me quedaron dormidas.
- Paciencia: sé que la Humanidad pone muy difícil el que la respetemos y que no se nos pasen pensamientos anti navideños por la cabeza. Respirad 10 veces profundamente.
Y ahora sí, desde lo más profundo de mi corazón (no del páncreas ni similar) os deseo un muy feliz fin de semana prenavideño.
Jajajaja. Me he echado unas risas.
Desde aquí en Alicante echo de menos esas cosas como los empujones y las competiciones por los sitios en el autobús. El trayecto, por eso y por el resto de cosas, pinta divertido…
Igual lo probamos y todo cuando vayamos para allá en unos días…
Un abrazo.
Hola, me he reído con tu relato y me viene bien la info porque acabo de comprar las entradas para este año. Gracias!!